viernes, 23 de diciembre de 2016

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                Clementina se entretenía escuchando a Pedro María cuando le hablaba de todos los elementos que utilizaba para defender a Judas Iscariote. Le parecía que tenía razón para defenderlo. Y lo animaba a que hiciera algo por ello. Pero le gustaba más que hiciera algo por mejorar su situación económica. Aunque tenía que conformarse con la suerte caprichosa del número de terminal que le ayudara a mejorar la comida diaria. Ya se había acostumbrado a ello dos veces por mes, que era el promedio en que Pedro María acertaba cualquier número. Y no dejaba Clementina de enamorarse cada vez más de su esposo, a pesar de todo. Ciertamente, era un loco especial su marido. Lo amaba y lo admiraba, con todo y todo. Ella comprendía que él era especial, aunque fuera mejor si las cosas materiales fueran diferentes. Pero lo amaba. Y no podía negarse a admitirlo.
                Mientras tanto, Pedro María Perales, convencido como estaba había redactado una carta para salir en defensa de su amigo. Se había inventado un juzgado imaginario ante el que iba a exponer su causa. La carta decía, entre otras muchas cosas, lo siguiente, después de un saludo grandilocuente y majestuoso: 

Es mi propósito intentar demandar a la historia universal, y sobre todo, a ciertas formas del pensamiento cristiano, sobre el caso de Judas. El motivo principal es por considerar que realmente sobre Judas se ha hecho un juicio viciado en el que no se han ponderado todos los motivos. Ciertamente se le ha condenado por haber traicionado a Jesús de Nazareth. Y esta traición ha sido vista, desde siempre, como una de las peores faltas cometidas contra persona alguna. Pero, en este trabajo daremos todos los elementos tomados de la misma Biblia para demostrar que Judas tenía todos los datos, por de más lógicos y justificados, para hacer lo que hizo. Desde los mismos datos, que daremos en defensa de Judas y de su acción, comprenderemos, más bien, que Judas es un benefactor de la humanidad. Más en concreto de la religión judía y de la política romana. Por eso haremos la demanda a la historia para reivindicar su nombre, su buena fama y darle su debido respeto. Es un imperativo histórico. Es una necesidad teológica.

                Pero había un problema: ¿Cuál sería ese tribunal?

        Clementina, por su parte, estaba tentada de proponerle a Pedro María Perales que se encomendara a Judas Iscariote para que le ayudara a ganar más seguido en el juego del terminal de loterías. Porque ella, de hecho, también estaba convencida que de seguro Judas Iscariote estaba en los planes de Dios, y como tal había sido un instrumento de salvación escatológica, y que era, ciertamente, injusto el juicio que se tenía sobre él. Además, según los datos históricos y según la mentalidad del pueblo judío, las expectativas, por entonces, eran, ciertamente, otras. Luego, el juicio sobre Judas en el caso concreto de la traición, era cristiano y posterior a los acontecimientos. Y era donde estaba, precisamente, la equivocación.

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