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— Ya como que
entiendo todo. Ahora sí — fue el comentario de satisfacción de Clementina
mientras se llevaba la taza con café a la boca. Los días iban transcurriendo y
con ello el interés y la profundidad en el tema. Parecía una repetición del
cuento de las mil y una noches. Era una historia sin fin y generaba
expectativas por saber el final. Y así una y otra vez más, y más. Ya le era
fácil a Pedro María continuar, aunque en la parte en que se hallaba era,
realmente, muy delicada por tratarse de profundidades. Pero, ya no había marcha
atrás. Había que llegar hasta el final en lo que se proponía, por lo menos, con
Clementina, a quien tenía ganada para la causa de Judas. Y ya era mucho. Así,
el tema continuaba:
— Además, Jesús de
Nazareth consideraba e insistía que «era necesario». Así, en la primera
predicción explícita de su Pasión, Jesús
subraya el hecho teológico: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho,
sea reprobado por los ancianos, los sacerdotes y los escribas, sea matado y
resucite a tres días» (Mc. 8, 21 par). La afirmación «es necesario» expresa una
necesidad absoluta que deriva del plan divino. Pedro María Perales se valía de
muchos autores para justificar lo que pensaba.
Esta necesidad se apoya en una
referencia a la Escritura :
«Está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho que será despreciado» (Mc.
9, 12). Sin embargo, tal vez no exista una simple equivalencia, ya que Jesús
prefiere decir «es necesario», que de suyo tiene un valor más fuerte. En la Escritura , donde se
anuncian muchas cosas de importancia desigual, él capta el anuncio de una
necesidad esencial, que su familiaridad con el Padre le permite percibir mejor.
Por otra parte, la primera profecía de la Pasión no reivindica el testimonio de la Escritura ; el «es
necesario» aparece como la expresión de una convicción personal de Jesús, y
como una afirmación que deriva de la autoridad que posee el Hijo del hombre y
que Pedro le ha reconocido en su profesión de fe. En este caso sí que se puede
decir que habla, no ya como quienes simplemente se esfuerzan por interpretar
las Escrituras y conformarse a ellas, sino «como quien tiene autoridad». Es su
intimidad con el Padre, autor del «es necesario», la que le da esa seguridad.
Esa necesidad adquiere toda su
significación bajo la perspectiva escatológica, en virtud de la cual el
Apocalipsis de Daniel había dicho: «es necesario» para designar lo que debe
suceder al final de los tiempos (2, 28). En esta perspectiva se sitúa el mismo
Jesús en el «discurso escatológico», en el que, asumiendo las imágenes
proféticas y apocalípticas del Antiguo Testamento, anuncia la inminencia de su
Pasión, seguida de su triunfo glorioso: «Eso es necesario que suceda, pero no
es todavía el fin» (Mc. 13, 7). Su Pasión, en efecto, no será sino «el comienzo
de los dolores del alumbramiento» (13, 8). Su propia Pasión será seguida por la Pasión de sus discípulos y
de la Iglesia ,
que habrán de dar testimonio del Evangelio a través de las persecuciones: «Es
preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones» (13, 10).
Al decir «es necesario» para
anunciar su muerte, manifiesta Jesús su conciencia de deber realizar la
escatología, de inaugurar al menos su cumplimiento. Si hay acontecimientos que
especialmente deben ser remitidos al poder de Dios, son los referentes a los
últimos tiempos. Jesús anuncia con una clarividencia sorprendente que esos
acontecimientos se van a concretizar en su Pasión y en su Resurrección: en él
la escatología se plasma en historia, en su historia personal, en virtud de una
inflexible voluntad divina.
Lo que acaba de demostrar que
Jesús no pronuncia el «es necesario» por un sentimiento suscitado por las
amenazas que sus adversarios hacen pesar sobre él, es el hecho de que utiliza
esa misma fórmula en otras circunstancias aludiendo a la muerte y a la
resurrección. Según el evangelio de Lucas, ya a la edad de doce anos, Jesús
dice «es necesario» con el anuncio implícito del misterio pascual: « ¿No
sabíais que es necesario que yo esté en la casa de mi Padre? » Una vez
resucitado, repite todavía ese «es necesario»: «¿No era necesario que el Cristo
padeciera eso y entrara así en su gloria?» (24, 26; 24, 44). Y para
demostrarlo, recurre a las Escrituras.
El
principio fundamental para interpretar el hecho de la Pasión está, pues,
inequívocamente enunciado: se trata de una necesidad establecida por Dios.
Muchos otros datos poseía Pedro
María Perales para defender a Judas Iscariote. Así, por ejemplo, las mismas de
San Juan: 8,51-59; 8,21-42; 8,12-20. Todas estas pruebas le evidenciaban que,
ciertamente, estaba en los planes de Dios que sucediera como había sucedido.
Entonces, ¿por qué la manía de acusar a Judas Iscariote? Además, hasta el mismo
Pedro, según los Hechos de los Apóstoles (1,15-17), lo reconoce. Dice la cita
que: “Uno de
aquellos días Pedro se puso en pie en medio de los hermanos - el número de los
reunidos era de unos ciento veinte - y
les dijo: «Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el
Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue
guía de los que prendieron a Jesús.
Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio”.
Por otra parte, se podría citar
al mismo de Jesús de Nazareth, ya que se podría pensar que si no hubiera estado
en el plan de Dios, significaría, entonces, que Jesús se equivocó al escoger y
aceptar a Judas Iscariote en el grupo de los Apóstoles. ¿No pudo vaticinar
Jesús que Judas lo traicionaría? Ciertamente. Entonces, ¿por qué lo escogió
para formar parte del grupo de los doce?
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